Ser Padres Hoy

Se que cada padre es el padre que puede ser, pero estoy segura de cada padre puede ser mejor padre si trabaja con sus propias limitaciones. 
No comprendo a los papas que, con toda la información, terapias, lecturas, y herramientas que hay dando vueltas para ser mejores personas, todavia siguen: golpeando a sus hijos, poco, o mucho. Humillándolos con gritos, con insultos o diferentes tipos de abandono. Delegando sus atenciones primarias a otros miembros de la familia cuando pueden hacerlo ellos mismos. 
Cada niño que nace, si bien elige la familia en la que encarna, nace con una fe irrefrenable en la mayoría de los casos. Tratarlo bien, con respeto, con tolerancia, con paciencia, con dulzura, con palabras que lo edifiquen en vez de destruirlos, es su derecho. Nuestra generación, o la mayoria al menos, todavia debio crecer con gritos o golpes, y muchos diran que sobrevivieron. Pero yo les digo, que de no haber sido humillados hoy mas que sobrevivientes serian vivientes, llenos de fe, de alegria. De autoconfianza, de seguridad. Llenos de ideas, de creatividad y de voluntad. 
Tratar bien a un niño que reclama atención, mimos, contención, comprensión es respetarlo como el ser humano que es. Como esa alma vieja que vino a recordar su sabiduría. Un hijo siempre va a demandar, y tiene derecho a hacerlo. 
Felices aquellos niños que obtienen respuestas amorosas y llenas de comprensión. Que tendrán la fuerza y la seguridad para guiar y comprender de adultos, a aquellos que fueron humillados, despreciados, maltratados por quienes debian darle amor. 
Estos otros, quizá seran adultos que habiendo recibido todo estos vejámenes de quienes debian velar por ellos, no haran mas que reproducirlo en sus vinculos, atrayendo el dolor de la infancia una y otra vez. Hasta que hayan logrado vencer la limitación.

Si sos papa, o mama y estas leyendo esto, hacele un favor a la humanidad: trata bien a tu hijo/a. Contestar bien, hablarle bien, no golpearlo, no insultarlo ni humillarlo NO CUESTA NADA cuando somos adultos plenos, que perdonaron las humillaciones de la niñez y se convirtieron en mejores personas. Tu hijo no tiene la culpa de que estes frustrado y lleno de resentimiento y de heridas sin sanar. No lo maltrates. Solo estás repitiendo una parte de la historia, desquitándote con quien no había nacido cuando te humillaban y qué hoy espera de ti algo mejor que eso.

Si sos papa o mamá, trata bien a tu hijo. Le ahorraras noviazgos y matrimonios controvertidos, conflictivos.

Si sos papa o mama y le gritas, insultas o pegas q tu hijo, revisa si en realidad no te gustaría hacerle todo eso a tus padres, y a tu pareja. Ubica a quien le corresponda esa ira, e impaciencia, liberando a tu hijo de tener que cargar con tu cruz de dolor y reproducirla irremediablemente.

Si sos papa o mama, y maltratas a tu hijo, sincerate con vos mismo y reconoce que estas enojado por otra cosa: sueños sin cumplir, proyectos frustrados, pésima economía, mal sexo, insatisfacción personal. Reconoce que esa ira lleva dentro tuyo mas tiempo del que lleva tu hijo vivo sobre la tierra, y libéralo de tener que cargar con ello. 

Ser papa o mama, no es engendrar y parir un hijo. Es educarlo, es entregarle un legado que llevara inscripto en sus genes por siempre, y lo reproducirá irremediablemente. 
Ser papa o mama, es responder por las demandas de un ser en plena construcción. 
Un buen padre edifica a su hijo con cimientos que le brindan solidez, seguridad, confianza en si mismo, creatividad y voluntad para trabajar en la resolución de las vicisitudes de la vida. 
Y este proyecto no es posible si los falsos límites son impuestos con agresividad, ira e intolerancia. Y digo falsos limites, porque quien necesita gritar o pegar para contener situaciones no tiene limites propios. No se mide porque no tiene parámetros para hacerlo. Solo cuenta con impulsos, y con un deseo atroz de destruir al mundo que lo hirió con cada golpe que le da a un hijo. 

Preguntate que clase de padre eres. Uno que sano sus heridas y le dará al hijo un legado de Amor y Perdón, o uno que aun lleno de ira y dolor lo golpeará para desquitarse de lo que antes le hicieron.

Recuerda. Cuando tu llorabas humillado abrazado a tu oso favorito, ese pequeño al que llamas hijo, ni siquiera había nacido.

A un niño que nace lleno de fe en el mundo que lo rodea, la humillación le ayuda a perderla, y pasara el resto de su vida luchando consigo mismo, a través de los otros, para recuperarla. 

Por Patricia Mendez